domingo, 31 de octubre de 2010

Una de Halloween

Cuando empezó en aquel trabajo estaba muy ilusionada.
Sabía que no era el mejor trabajo el mundo, la casa era vieja, sucia, olía mal. Olía realmente mal. 
Podría decir que olía a vómito, a orines o a excrementos varios todo tratado de camuflarse bajo el detergente de pino. Pero era mucho más que eso.
_ Los viejos huelen mal_ le decía su madre. Pero tampoco era el olor a rancio que muchos ancianos destilaban, muchos de los que descuidaban su aseo personal. Era como si su nariz, en realidad como si todo su cuerpo, se encogiera frente a ese olor desconocido, ácido, persistente...se pegaba a su paladar y casi notaba su sabor. Era cómo, era...
_ Señorita, quisiera darle las gracias. Desde que está tratando al señor se encuentra mucho mejor.
_ No es nada, (aprieta el paso, ve al dormitorio, cuanto antes empieces, antes acabarás).
_ Sí, sí lo es. Usted es imprescindible.
La mujer alargó la mano y tocó  su antebrazo. Ella miró esa mano huesuda posarse levemente y levantar de nuevo el vuelo, como una mosca, cómo si supiera cuánto (asco) cuánto le incomodaba su contacto.
Cuando comenzó ese trabajo pensó que tenía suerte.
Le pagaban el doble de lo que cobraba habitualmente y era sin dudarlo lo más cómodo con lo que se había encontrado.
El "señor" era un anciano que tendría unos... doscientos años. Amarillo y apergaminado, con la piel seca y quebradiza como las hojas en otoño. Cuando le tocó la primera vez, pensó que si no tenía cuidado se volvería ceniza entre sus dedos. Sus huesos se marcaban bajo la piel, cada prominencia, cada surco era visible y al tacto parecían esponjosos. Sus venas se hundían en lugar de sobresalir, como lo harían si estuvieran llenas. 
Y su temperatura.
Decir que estaba frío era decir mucho. La primera vez que lo vió hubiera pensado que estaba muerto si no hubiera sido por el ruido borboteante que emitía al respirar.
Ella era imprescindible.
Todo lo más que esperaba con el tratamiento era que durara lo suficiente para poder juntar algo para la entrada del coche. El (viejo) señor parecía que iba a morirse en cualquier momento, de hecho los primeros días se asustó cuando su respiración se interrumpió un par de veces.
Pero sorprendentemente mejoraba. Su piel se beneficiaba de la crema, el masaje mejoraba la circulación y mover sus miembros había mejorado su rigidez.
Esos eran los cambios que esperaba, pero había otros.
Lo primero que hacía al salir de aquella casa era correr a la suya a ducharse. Tenía que quitarse aquel (nauseabundo) desagradable olor de encima. a veces le parecía que lo tenía impregnado de tal forma en sus fosas nasales que la acompañaba por dónde fuera. Limpió el vaho del espejo con la manga del albornoz. Se tocó la piel del rostro.(Cariño, ¿estás comiendo bien?)Aplicó una generosa cantidad de crema por sus mejillas, tal vez era cierto lo que decían acerca del tabaco, hoy tendría que comprar maquillaje, estaba muy pálida.
Extendía con primoroso cuidado la crema, pensando si su piel tendría un tinte amarillento o era efecto de la luz. Al contrario que él . Sus mejillas parecían sonrosadas la última vez que fue a verlo, sonrosadas. y sus músculos más llenos... y sus ojos menos hundidos.
Ella era imprescindible.
Y las visitas.
Los primeros días la casa estaba asombrosamente abandonada. Sólo vivían allí el señor y la anciana que le atendía, que no era en modo alguno su esposa pero que le adoraba más que si lo fuera. En los días posteriores encontró a varios visitantes a la hora en que ella llegaba. Todos se empeñaban en darle la mano, en agradecerle sus servicios, en decirle que ella era (imprescindible) un ángel. Y cómo la miraban cuando entraba en el cuarto y cerraba la puerta. 
Y hoy, hoy el viejo había sonreido.


Ella entraba en el cuarto y cerraba la  puerta. Los ojos se volvían ansiosos hacia  la mujer. 
_¿No hay cambios?
_ Al principio los cambios fueron muy rápidos. Ahora empiezan a enlentecerse, es natural.
_ ¿Enlentecerse? Yo creo que es peor. Yo creo que involuciona. Tal vez te equivocaras al elegirla.
La voz de la mujer parecía un sordo ronquido.
_ Es ella
_ Tal vez..
_ Es ella.


_ ¿Cómo estamos hoy?
Era su voz y sí era ella, la elegida, la única que le haría salir de su letargo de siglos. ¡Qué cálida era su piel! Su olor delicioso como  a manzanas y canela. Podía notar cómo fluía de ella , de la las palmas de sus manos. Sentía su pulso. Casi podía oir su corazón y la veía en su mente: el ceño ligeramente fruncido, el pelo recogido detrás de sus orejas. Imaginaba su carótida palpitando en el cuello y le invadía un sentimiento de (hambre) lujuria. Y pronto hubiera sido capaz de atenazar su muñeca y morderla sin esfuerzo porque ella hubiera estado lo bastante débil como para resistirse. 
Y entonces todo frenó. La olía, el olor estaba ahí, pero no la sentía. Alguna magia la protegía de él. 
Alguna más poderosa que la suya.
Entonces de nuevo, su mano cálida en la frente. Un hasta mañana acompañado de su fragante aliento. 
Lo justo, pero no lo suficiente.


Le miró. Parecía frustrado. Tanto mejor. 
En el umbral, tras la puerta cerrada miró al cielo y sonreía y sus mejillas sonrosadas se redondearon.
Tendría para la entrada del coche, para el coche entero, y hoy tenía una cita importante en la inmobiliaria.

Hizo una bola con los guantes de látex y los encestó hábilmente en la papelera de la esquina.

jueves, 28 de octubre de 2010

Eso es amor

_ ¡Qué contento vienes hoy del cole!¿Te lo has pasado bien?
_ Sí_ sonríe_ hoy hemos ido a la sala de los ordenadores y me he sentado al lado de Leticia
La sonrisa se estira, iluminando su cara como una luna llena.
_¿Te gusta Leticia?
_ ¡Me vuelve loco!_ continúa_ Hemos jugado a las damas conectados en el ordenador  y ¿sabes qué?
_ ¿Qué cariño?
_Que le he ganado....¡¡¡ y no se ha enfadado!!!

martes, 26 de octubre de 2010

París bien vale una misa

O eso dijo Enrique IV cuando se convirtió al catolicismo viendo peligrar su trono.
Y yo la escuché cuando entramos a hurtadillas en La Madeleine, misa cantada además, resonando limpias voces en sus hermosas paredes, retumbando el magnífico órgano...No entraba en mis planes quedarme a escuchar misa pero una vez allí no pude marcharme y fue una de las cosas más hermosas que ví y oí en París.
Aquí la Magdalena, elevada al cielo por tres ángeles

Y mira que vimos cosas hermosas, sobre todo en el Louvre que visitamos por la mañana. Curioso pensar que la entrada cuesta más o menos lo mismo que dos cafés. Sí, ví la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia y la Mona Lisa. Me quedé extasiada varios minutos ante la Balsa de la Medusa y si de escultura se trata me quedo con esta:

Eros y Psique, que es además una de mis historias mitológicas favoritas, se encontraba casi en una esquina de la sala, delicada y suave, casi etérea.
Pero resulta imposible escoger una de las obras, me faltaba tiempo para empaparme bien de todo.  Eso, a pesar de caminar por sus pasillos desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde.
Eso, a pesar de escuchar cada explicación de la guía multimedia que alquilamos y que describía cada obra "importante" de las que allí se exponían. A mí me resultaban importantes todas.
También vimos la escultura del escriba sentado y es que recorrimos entera la exposición del antiguo Egipto.
Y si impresionantes eran las obras también lo era el edificio, los techos de las salas, las decoración del antiguo palacio nos causaba admiración.
Pausa rápida para comer y camino hacia la plaza de la Concorde para observar de nuevo el monolito y la cúpula de Les Invalides refulgiendo al sol.

De allí a la Iglesia de la Magdalena y al palacio de la Ópera..que estaba cubierta por algunos toldos y es que ni en París se libran de las limpiezas de las fachadas. Lástima no quedarnos a escuchar ninguna.
Vimos el Arco del Triunfo, rápida visita entre parada y parada de metro. Y la noche de copas junto al mítico Moulin Rouge.
Pero fuimos buenos y nos recogimos temprano porque al día siguiente queríamos visitar Notre Dame.( Por eso y porque las copas costaban 10 euros...lógico que los franceses pidieran botellas de vino en lugar de combinados.)

Notre Dame fue la última visita que realizamos. Visitamos un yacimiento arqueológico justo bajo ella y paseamos por las calles encontrando músicos: violinistas en los balcones, saxofonistas en barcos sobre el Sena... y más café con unas deliciosas crêpes.

Recolectando anécdotas podría contaros una cuantas acerca de cómo conducen en París, los que hayáis leído a Axterix ya lo sabréis, lo sorprendentemente caras que resultan las bebidas (4 euros los cafés, las colas y hasta las botellitas de agua) no así las comidas (menús a 12 o 14 euros, baguettes a 5 euros), lo ligones que son los franceses que no se cortan ni aunque tengas al marido al lado y cómo se puede sobrevivir perfectamente en un país extraño sin tener ni idea del idioma sólo con el índice y buena voluntad (y algunas clases del Follow me)

Un viaje maravilloso.

martes, 19 de octubre de 2010

Oui, se mua!!

La ciudad de la luz distaba mucho de ser luminosa, el cielo encapotado y la niebla envolvía las cúpulas y tejados que veía desde la ventanilla del coche que nos llevaba al  hotel.
No importaba. Podría estár todo lo nublado que quisiese, el cielo de París estaba sobre mi cabeza.
Lo primero que hicimos tras registrarnos en el hotel fue visitar uno de los cafés de la calle Du Pont Neuf. Nada de zumos ni de galletas, mis pequeños satélites se habían quedado con la abuela.
Un " café creme" y una consulta a la guía para ver que nos esperaba en el primer día de la visita.
En realidad daba igual que dirección tomar. En cada calle, en cada esquina se alzaba un edificio, una fuente, una fachada espectacular o un hermoso puente.
Decidimos dar un paseo por la orilla del Sena. Frente a nosotros el Louvre, a nuestro lado edificios altos con tejados de pizarra, columnas y esculturas en las fachadas que yo confundía profusamente con el museo D´Orsay. El verdadero museo nos esperaba más adelante. Fué una larga caminata pero placentera. Pese a lo nublado no llovía. Observamos las postales y los libros antiguos que vendían en unos curiosos puestecillos a la orilla del río. Nos sorprendió el olor de las castañas asadas que servían en improvisados asadores_ con bidones viejos sobre carritos de la compra_ que desaparecían en cuanto un policía asomaba la cabeza. Numerosos Cafés y Bistros y animación en las calles.
A nuestra derecha los puentes...uno nos llamó la atención:

Se trata de Pons des Artes, el lugar donde enamorados de todo el mundo sellan su amor en París, atando un candado con sus nombres o algún mensaje tirando después la llave al Sena. Aunque algunos, los más precavidos quizá, usaban candado de esos de combinación, tal vez para poder retirarlos en caso de que el amor no durara para siempre.
Trataba de grabarlo todo en mi mente, por si acaso también grababa con la cámara.


Fué así, mirando a través de la cámara como descubrí la Place de la Concorde. La punta del obelisco procedente del templo de Luxor, relucía aún con el escaso sol que apenas se atrevía a asomarse entre tupidas nubes. Junto en frente la Assemblé Nationale y sobresaliendo por encima de los edificios la dorada cúpula de Des Invalides.
Nos dolían los pies. Paramos a tomar otro café au lait contemplando el puente Alexander III, el que más me gustó de todos cuantos ví. Sus enormes estatuas doradas y al fondo el Grand Palais y el Petit Palais

El frío arreciaba, sobre el mantel de la pequeña mesa enlazábamos las manos para calentarlas. Jugueteamos con la idea de volver pero, al levantarnos y girarnos la vimos casi sobre nuestras cabezas.

¿Cómo resistirse? Aunque aún quedaba un buen trayecto, los pies se quejaban.. Las orejas ya se habían callado, hartas de que no les hiciéramos caso.
Seguimos adelante para encontrarnos con la mole más inmensa de hierro que yo haya visto. Bromeamos acerca de la cantidad de tornillos y con los datos que nos daba la guía. 150 operarios nos parecían pocos para tan ardua construcción, sobre todo teniendo en cuenta que contaban con 50 ingenieros y 40 diseñadores...y 700 proyectos!
No llegamos a subir y nos perdimos una seguramente impresionante vista, pero había una cola de 45 minutos desde el primer piso...temíamos quedarnos atrapados en la Torre Eiffel y perdernos nuestra primera cena en París a bordo de un precioso barquito por las aguas del Sena.
Lo siento, no,no tengo fotos de esa noche. Esa era nuestra noche y la razón del viaje. Nuestro décimo aniversario. Nada que ver con el del año pasado ¿verdad?
La de cosas que pueden cambiar en un año...
Llovía cuando regresábamos al hotel. Las negras aguas del Sena reflejaban las luces de las doradas farolas.
Frío el aire, calido nuestro aliento dibujando pequeñas nubes.
Y todavía quedaba mañana.

jueves, 7 de octubre de 2010

Tengo ojeras...

...sí, no me lo repitáis, que ya me lo han dicho muchos.
¿Y qué haces que no duermes? Me preguntaréis.
Está bien, acercaos. Os susurro:
Por las noches..cazo monstruos.

Me suele despertar un grito desgarrador en mitad de la noche.
Es la voz de alarma, salto de la cama.
Poco importa que el suelo esté frío, no es momento de ponerme las zapatillas, rauda llego al dormitorio del peque. No está. No importa cuánta prisa me dé en acudir, me huele y se esconde antes de que llegue.
Busco en el armario y debajo de la cama. demasiado obvio, no se esconde allí.
No hay monstruos...
_ shiiiii_ contesta_ shi hay uno gande gande...
Desaparece en cuanto enciendo la luz, como todas las criaturas nocturnas.
Si me quedo en la cama, camuflada entre la sábana y el muñeco de Caillou, no se atreve a asomar la cabeza.
En el momento en que vuelvo a mi cuarto, reaparece el monstruo y el grito.
Varias veces, durante toda la noche.
¿Cómo se le explica a un niño de dos años que lo que tanto le atemoriza sólo está en su imaginación?
¿Cómo hacerlo si de adultos nos seguimos asustando como niños con la oscuridad y el desamparo?

Pero he encontrado un remedio, uno sensacional que añoche mantuvo al monstruo alejado del dormitorio.
Ahora, de noche, mi peque empuña un arma eficaz contra todo tipo de monstruos y temores.
Ya no grita, no llora y lo mejor es que no ha tenido que usarla.
Desde ahora, el muñeco de Caillou duerme en la estantería y su puesto lo ocupa una linterna.

lunes, 4 de octubre de 2010

Lemas vitales

Hay frases que nos marcan.
Citas citables, de esas que están al pie de página en la agenda.
Oraciones de sabios célebres y no tan célebres que en un momento determinado parecen hechas a propósito para nosotros. Como si los dioses del tiempo y el espacio se hubieran confabulado para ponerlas ahí, delante de nuestros ojos, en el momento oportuno.
Sabiduría en pequeñas dosis, fáciles de masticar,que nos sorprenden y nos inspiran, que nos taladran o nos protegen.
Hay muchas que me vienen a la mente y desgraciadamente no de todas conozco la autoría.
Pero hay una especialmente, una:
" La vida es lo que te pasa mientras tú haces otros planes"
(John Lennon)

Así que trataré de dejar de planear conscientemente, con el cerebro, y trataré de planear con las alas, allí donde me lleve el viento.