domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos: el que no estrena algo, le cortan la mano.

No sé de dónde vendría ese soniquete pero en mi pueblo es muy frecuente escucharlo. Todos los Domingos de Ramos, la plaza parece un mar de gente. No se sabe de dónde ha salido la muchedumbre y por dónde se reparte el resto del año, pero es que ni se cabe.
Eso sí, todos estrenando.
Es cierto que este año se ha visto mucha variedad, no vamos todas las señoras uniformadas por el color de moda (ni te cuento cuando se llevó el turquesa o el verde pistacho, parecía que el alcalde había dictado un bando prohibiendo ir de otro color) y eso es porque se han rescatado muchas prendas de años pasados y se han visto trajes de confección, de esos que confeccionan entre tu madre, la vecina y la revista de patrones en un rato. Pero todo el mundo estrena, aunque sea un bolso o unos zapatos con unos tacones de vértigo que te vas a arrepentir de llevar en cuanto veas que las calles están cortadas y que tienes que caminar por encima de antiguos adoquines.

Pues allá vamos, con nuestros estrenos y los ramitos de olivos a ver pasar la borriquita. Olor de azahar e incienso. Porropopón de tambores, el Palio meciéndose al compás de las marchas procesionales y empujones en la Carrera Oficial.
Luego ármate de paciencia para comer en un bar, mesas ocupadas o reservadas, (hoy en un bar estaba reservada hasta la barra) porque hoy se come fuera, que para eso se estrena, para lucirse. Los niños gritan y enredan y los camareros recitan mantras para no cortarse las venas con el cuchillo del jamón.
Entre el café y los helados te das cuenta que si quieres ver las cofradías que salen por la tarde casi es mejor no irte a casa. Y allá que vamos, otra vez, con el maquillaje chichiburrío y los pies hinchados a ver si cogemos sitio en alguna terracita para verlas pasar sentados con una cervecita en la mano.

Llegas a casa reventá. Con los zapatos en las manos y los niños llenos de churretes, prometiendo que el año que viene los tacones se los va a poner tu abuela, sin acordarte que tienes preparados otros para el modelito de mañana...

lunes, 22 de marzo de 2010

Ya no se aplaude en el cine...

Recuerdo especialmente una película, Los Goonies, ni me preguntéis que año corría.
Unos chicos cuyos padres iban a ser deshauciados para construir un campo de golf, descubren en el altillo el mapa de Willy el Tuerto y allá que se fueron, contando pasos, en busca del tesoro.
Casi puedo recordar la película de memoria, el supermeneo de Gordi, los inventos de Data, el diario de Copperpot, las trampas de Willy, el tunel para los chicos, el de las chicas y el de los hombres, el pozo de los deseos, la nota que no se sabía si era un sí bemol o un sol sostenido. Los Fratelli. Slot, besando a Gordi mientras este le dice que huele a clase de gimnasia, Mickey arengando a los chicos a punto de abandonar ("este es mi momento, nuestro momento...")
Pero recuerdo especialmente la escena en la que Slot, acompañado de Gordi (Capitán Gordi) aparecen en el barco pirata, se deslizan por las velas y rescatan a los chicos de las manos de los Fratelli.
En ese momento, el cine entero rompía en aplausos.
Era lo mejor, cuando, de tan metido que estabas en la historia te olvidabas de la gente y empezabas a aplaudir, a abuchear, a patalear si era preciso y lo mejor era que el resto del cine lo hacía contigo.
Si había que reir se hacía a carcajadas y he oído algún Noooo! desgarrador de algún espontáneo. En el cine, el de verano en el que te llevabas el bocata, la lata de coca cola y el cojín para la silla y en el de invierno donde te refugiabas de la lluvia y vivías las más espeluznantes aventuras sin Dolby Surround ni THX sistem...

Uff, como hecho de menos los domingos de peli y palomitas.

Y como no he podido subirlo ahí os dejo una de mis escenas favoritas, lo que puede confesar un chico...

miércoles, 17 de marzo de 2010

La escabechina (segunda parte)

De vuelta a las andadas, reaparece el problema que nos llevó el año pasado a crear el comité de empresa, que no es otro que la ausencia de sueldo y de la información correspondiente. Porque si ya de por sí es agobiante ver que los días pasan y los últimos movimientos de tu cuenta no incluyen el ingreso de la nómina, más acojonante es que en la empresa no te digan nada de nada.
Al fin, reunión de personal y el señor director de no-se-qué, viene a vernos con su flamante BMW y su traje de Tucci a decirnos que son tiempos de crisis y que el efectivo está congelado en los bancos con lo que no tienen para darnos nada hasta que la Junta nos pague. Se refiere a la Junta de Andalucía, que ya han aprobado los presupuestos pero no ha desembolsado un duro, digo, un euro.
Pero eso no es el tema principal de la reunión, nooooo, resulta que el buen señor está muy preocupado por el tema del mal rollito entre compañeras, quiere que hagamos piña y que olvidemos las diferencias del pasado porque (coreen señores): esto lo arreglamos entre todos.
Tengo que decir que si bien roces y torceduras hay en todos los trabajos, eso no ha mermado la profesionalidad de mis compañeras y seguimos desempeñando nuestras funciones con total entrega porque trabajamos con personas que en ningún caso tienen la culpa de nada.
Ni palmadita en el hombro ha habido, se nos dice que está en nuestra mano que el centro funcione al 100 por 100 de su capacidad (a ver...disponemos de 150 plazas y sólo hay ocupadas 142) para asegurar los ingresos; se nos incita a "reclutar" asistentes a la unidad de estancia diurna entre nuestros vecinos...esos mismos vecinos, que se han quedado en el paro, no van a poder mandar a sus abuelos a un centro a que pasen el día por unos cientos de euros al mes cuando hay tres o cuatro desempleados en casa para atenderlos. Se nos responsabiliza por el hecho de que haya dos opiniones diferentes en el comité de empresa (recuerden uno se formó por iniciativa de la propia empresa).
Se nos asegura que a partir de ahora, la dirección de la dirección va a intervenir para que el centro funcione (es decir, que dé dinero, porque funcionar, funciona como un reloj) de hecho hasta la directora ha sido destinada a otro centro y ahora tenemos a una directora en funciones hasta nueva orden.
Pero el problema no es que el centro no marche, el problema es que no hay dinero, ni para sueldos, ni para suplencias, ni para guantes de látex.
Habrá sido una mala previsión por su parte, o una mala gestión o que hizo falta en su día para ayudar a la "otra" empresa del dueño (una constructora, mira tú, pero esto son sólo suposiciones)pero, nada, nada, nosotros tranquilitos, que hemos prometido portarnos bien y está demostrado que el buen rollito hace crecer el dinero de los árboles...

lunes, 15 de marzo de 2010

Hoy he visto golondrinas

Digamos que el tiempo va abriendo, digamos que tenemos un cachito de primavera, como en el anuncio del corte inglés.
Sol, por fin, sol en las calles y vamos dejando atrás la melancolía.

A veces son esos pequeños detalles, esos "cachitos", esas importantes tonterías las que me hacen sonreir: un niño pidiendo chuches al abuelo, que se las compra aunque vaya a ser la hora de comer, una pareja de jóvenes besándose en la esquina de la calle, una llamada inoportuna, un sonrojo involuntario, un estornudo...miles de gestos insignificantes que representan un trazo rojo en un lienzo de grises.



Hoy he visto golondrinas y me han alegrado el alma.

viernes, 5 de marzo de 2010

Monstruo insaciable

Está ahí, aletargado, pero está ahí.
Le conozco y le temo.
Construye su guarida en un oscuro rincón de mi mente y devora cada pena, cada insulto, cada fallo creciendo y creciendo... hasta dar la cara.
Esta hecho de soledades y desesperanzas, de malentedidos e incomprensiones, de burlas mal intencionadas.
A veces crece tanto que abandona su madriguera y sale, invade el resto, lo contamina, lo vuelve impuro y lo contagia de su color.
A veces tengo que llamar a la caballería para que me ayude a reducirlo.
A veces no lo consigo y me hace llorar.
Afortunadamente cada vez le cuesta más alimentarse.
Pero está ahí.
Le conozco y le temo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Presencias

Por una de esas casualidades de la vida, hoy no coincido con nadie a la hora de tomar el café.
Así que opto por permanecer en silencio luchando contra las ganas de hablar conmigo misma, porque no es bueno que te vean hablando sola, aunque tenga esa mala costumbre.
Me pongo a observar el patio: los gorriones libres comiendo el alpiste que cae de los canarios enjaulados, las ramas de los rosales recien podados tirados en el suelo, desluciendo el jardín, y la ventana un baño, con una mancha de vaho.
¿Una mancha? No mires, no mires que ya sabes qué te pasa con las manchas
Pues me pongo a mirar la mancha y sin mucha dificultad encuentro en ella una cara. Dicen que tendemos a ver caras en todo cuanto nos rodea, pero eso de ahí es una cara-cara, con sus ojitos, sus cejitas, la sombra de una nariz y una boca fruncida.
¿Quién será? Me pregunto en voz alta desbaratando mi intención de no hablar sola.
Y es que una de las desventajas de trabajar con personas mayores es que, al final, se mueren.
No me cuesta trabajo reconocer a Elisa, con su naríz larga y su cara de mal genio ("niña, no, no,no, a esto no hay derecho ¿tú sabes cuantos años tengo? me faltan cuatro para el siglo ¡un siglo! y tú empeñada en que ande, ¡que yo ya he andao todo lo que tenía que andar! que mala sangre, que mala sangre...) pero también se parece un poco a Consuelo ( ¿cuándo comemos? ¿qué ya hemos comido?¿cuándo merendamos?) también me recuerda un poco a Magdalena (no me mates, no me mates que ya me muero yo sola) pero Magdalena está tomando el cafelito en el piso de arriba, así que la descartamos.
Llega una compi y le revelo emocionada mi descubrimiento:
_ Mira,¿ a que parece una cara..?
La compi se levanta, se acerca a la ventana y la cierra del todo.
_ Era una mancha de vaho que se había formado entre los dos cristales_ me informa.
No, si eso ya lo sabía pero...tristemente observo como se desdibuja el rostro, como se va disolviendo hasta dejar el cristal limpio y transparente.

Fin de los 20 minutos.
Me vuelvo al tajo, llevando en la mano el vaso del café para devolverlo a la cafetería.
Paso cerca de una ventana de un dormitorio y una cara se aproxima a los cristales...
CLINC, CLANC, CLONC. El vaso rueda por el suelo. Sorprendentemente, no se rompe.

_ ¿Pero todavía estás aquí? Pues ahora bajo a ponerme el calorcito...joé, niña, que mala cara tienes, parece que has visto un fantasma.

_ Casi, Carmen, casi-casi.