jueves, 4 de marzo de 2010

Presencias

Por una de esas casualidades de la vida, hoy no coincido con nadie a la hora de tomar el café.
Así que opto por permanecer en silencio luchando contra las ganas de hablar conmigo misma, porque no es bueno que te vean hablando sola, aunque tenga esa mala costumbre.
Me pongo a observar el patio: los gorriones libres comiendo el alpiste que cae de los canarios enjaulados, las ramas de los rosales recien podados tirados en el suelo, desluciendo el jardín, y la ventana un baño, con una mancha de vaho.
¿Una mancha? No mires, no mires que ya sabes qué te pasa con las manchas
Pues me pongo a mirar la mancha y sin mucha dificultad encuentro en ella una cara. Dicen que tendemos a ver caras en todo cuanto nos rodea, pero eso de ahí es una cara-cara, con sus ojitos, sus cejitas, la sombra de una nariz y una boca fruncida.
¿Quién será? Me pregunto en voz alta desbaratando mi intención de no hablar sola.
Y es que una de las desventajas de trabajar con personas mayores es que, al final, se mueren.
No me cuesta trabajo reconocer a Elisa, con su naríz larga y su cara de mal genio ("niña, no, no,no, a esto no hay derecho ¿tú sabes cuantos años tengo? me faltan cuatro para el siglo ¡un siglo! y tú empeñada en que ande, ¡que yo ya he andao todo lo que tenía que andar! que mala sangre, que mala sangre...) pero también se parece un poco a Consuelo ( ¿cuándo comemos? ¿qué ya hemos comido?¿cuándo merendamos?) también me recuerda un poco a Magdalena (no me mates, no me mates que ya me muero yo sola) pero Magdalena está tomando el cafelito en el piso de arriba, así que la descartamos.
Llega una compi y le revelo emocionada mi descubrimiento:
_ Mira,¿ a que parece una cara..?
La compi se levanta, se acerca a la ventana y la cierra del todo.
_ Era una mancha de vaho que se había formado entre los dos cristales_ me informa.
No, si eso ya lo sabía pero...tristemente observo como se desdibuja el rostro, como se va disolviendo hasta dejar el cristal limpio y transparente.

Fin de los 20 minutos.
Me vuelvo al tajo, llevando en la mano el vaso del café para devolverlo a la cafetería.
Paso cerca de una ventana de un dormitorio y una cara se aproxima a los cristales...
CLINC, CLANC, CLONC. El vaso rueda por el suelo. Sorprendentemente, no se rompe.

_ ¿Pero todavía estás aquí? Pues ahora bajo a ponerme el calorcito...joé, niña, que mala cara tienes, parece que has visto un fantasma.

_ Casi, Carmen, casi-casi.

3 comentarios:

yokopatri dijo...

yo veo siempre, o intento imaginar que veo, en las nubes, en las manchas, en el gotelé de mi casa... Escuché no sé en dónde que es una patología, pero a mí me gusta pensar que es solamente que tengo mucha imaginación...Porque creo que es verdad, y espero que no me ingresen nunca por ver cosas que no existen, aunque mepasa, por épocas, muy a menudo...

barbaria dijo...

Se llama pareiolea y consiste en eso, reconocer caras, objetos o animales en formas parecidas en las nubes o en las manchas... tranquila, no es patológico.
Supongo que veía yo a mis ancianitas porque las recuerdo con cariño.

Camaleona dijo...

Jolín qué susto... Yo prefiero buscar animales en las manchas...