domingo, 26 de julio de 2009

Vicios inconfesables

Hola, me llamo Barbaria y soy fumadora.

Sé que no debería, sé que tengo que dejarlo... aunque hay ocasiones que no puedo dejar de asociar al cigarrillo. Sobre todo son las del "después de": después de comer, después de acabar el trabajo, después del café...

Pero mi peor vicio no es fumar en sí, sino robar mecheros.

Hola, me llamo Barbaria y soy una cleptómana de mecheros.

Ea, ya lo he dicho
Siempre llevo no uno sino varios mecheros en el bolso porque si hay algo peor para un fumador que no tener tabaco, es tenerlo y no disponer de un mechero a mano (he oído historias espeluznantes, como tratar de encender un cigarro con una vitrocerámica_otra razón más para dejar de fumar_) pero llevar algo en el bolso y dar con ello son cosas muy diferentes ¿verdad chicas? y como soy fumadora social casi siempre pido fuego al contertulio del cigarrito en cuestión.

(Hola, me llamo Barbaria y gorroneo fuego.)

Es después, cuando estoy en casa, que descubro mecheros extraños en mi bolso.
La mayoría son de publicidad, algunos con una hoja palmeada impresa, otros son de diseño y los más comprometidos los de chicas desnudas. ("este debe ser de mi marido" me excuso, mis compañeras de trabajo deben de pensar que mi marido es un salido de cuidado).
Pero no importa cuantos tenga, es raro la semana que no descubro un par de ellos en cualquier rincón del bolso o en un bolsillo del vaquero.
Cuando nos sentamos alrededor de una mesa casi todos los mecheros acaban al lado de mi paquete de tabaco.

(Hola, me llamo Barbaria y tengo poderes telequinénicos)

Se me ponen los pelos de punta cuando alguien dice "No sé donde está mi mechero" porque yo sé que está en mi poder, seguro. Y no es extraño que con total impunidad y confianza, mis amigos me registren el bolso cuando salimos de los bares.

Por eso quiero dejar de fumar.
Lo estoy intentando y para evitar la ansiedad me han recomendado el deporte.
Ahora practico el ciclismo con unos amigos... y no sé , no sé...
No sé cómo me han cabido en el bolso las tres bicicletas que tengo en casa.

lunes, 20 de julio de 2009

Curso Dandalú

En una España en la que unos y otros reclaman su derecho a hablar en su propia lengua, Andalucía no podía ser menos. Que sí, que el castellano se habla aquí una jartá de mal, pero el andalú... eso e otra cosa. Eso es lo mejón del mundo.
En muchos sitios me han mirado por encima del hombro cuando he abierto el pico, por mi ceceo o por mis expresiones, a otra gente le resulta gracioso.
Un poné: mi hermana estuvo una temporada viviendo en Huesca trabajando en un puesto donde tenía que hablar con musha gente.
_ Hay que graciosa!!. A ver habla, habla...
Y mi hermana, que no pretendía en absoluto ser graciosa se quejaba:
_ Ea!
Y con esa dos letras se partían de risa.
Gracioso o no, nuestro habla es especial. Y poco a poco vamos ganado terreno, eso de comernos las "d" en las terminaciones -ado, -ido que era propio, según decían de gente inculta, ahora se eschusha por tos laos y se admite. Y es que según decía mi profesor de lengua, un idioma evoluciona con el uso y aquí se usa musho. Se habla por los codos y tienes que hablar ligero antes de que el otro te conteste.
¿para qué decir "¿dónde vas?" si puedes decir "¿ondevá?" y contestar "a casa de mi madre" cuándo puedes decir "ancá mi mae"...?

Si hay alguien interesado en aprender esta bonita lengua (imprescindible para los veraneantes, ya que si te escuchan hablar andalú será más fácil que no te claven en el chiringuito o en el taxi) les remito al programa "Andaluces levantaos" presentado por Manu que además de ser un moustro es el presentador que más cecea del mundo mundial.

Y si alguien te mira mal o te dice que pronuncias las consonantes de forma pésima, siempre podemos contestar como Paz Padilla:
" pero mira que bien pronuncio las vocales ´hijo de puta´.

martes, 14 de julio de 2009

Sentí

Sentí la brisa salada en los labios,
la luz rosada del sol tras los ojos cerrados
y decidí que viviría para adentro.

Ya nada me importaba de ese mundo que quedaba más allá de la frontera de mi piel.
Me contenté con oir mis propios latidos, el ritmo de mi respiración,
el movimiento sutil de mis músculos aunque intentaba estar quieta,
el pálpito de mis arterias al pasar la sangre a veces deprisa, a veces despacio,
el eco de mis propios oídos vacíos, el crujido imperceptible de mis huesos,
el gorgeo de mis fluidos, el calor en mi vientre,
el murmullo de mis pensamientos.

Encontré el rincón donde mora el alma.

Te ví.

Y supe que tenía que vivir para afuera

lunes, 13 de julio de 2009

Tres cosas hay en la vida

Una amiga mía dijo: " hace falta tres cosas para hacer algo: dinero, tiempo y ganas...".

Teníamos entonces 14 años y unas ganas tremendas de ir a ver a nuestro ídolo del momento, a saber Michael Jackson, que venía a dar un concierto a Marbella


"...cuando eres jóven tienes tiempo y ganas pero no tienes dinero,.. ".

Así era, teníamos tiempo y ganas, pero ni un duro en el bolsillo.
Bueno, ni un duro ni permiso de nuestros padres, con lo cual se nos pasó la ocasión y tuvimos que conformarnos con escuchar "BAD" en el casette de casa, eso sí con las camisetas con su cara puestas y chillando como si estuviéramos en el concierto.


"...cuando maduras y trabajas sigues teniendo ganas y tienes dinero, pero no tienes tiempo"

No sabía yo cuán lapidaria sería aquella frase, ahora, con 35 años sigo teniendo ganas de hacer muchísimas cosas y afortunadamente cuento con el dinero necesario para hacer alguna.

Sin embargo no tengo tiempo. Me siento como el conejo ese de Alicia en el País de las Maravillas, corriendo a todas partes mirando el reloj.
Mi despertador suena varias veces, la hora de levantarme yo, la hora de despertar a los niños, la hora de llevarlos a cole (menos mal que ahora están de vacaciones...)

Ya no paseo, camino a grandes zancadas, sacando el móvil cada diez pasos para ver si voy justa.

Las tareas, las más triviales, como llevar el coche a la revisión u organizar los armarios con la ropa de temporada se postponen una y mil veces porque no tengo tiempo de hacerlo.

Mi madre pregunta si aún tengo ocasión para leer y le confieso que sí, cuando voy al baño y que no os engañen las horas de entrada de los post porque el reloj del ordenador desfasa y escribo entre las doce de la noche y las dos de la mañana, cuando ya no puedo robarle más horas al sueño.

Y siento que se me escapan las oportunidades como el concierto aquel, y reniego de mi madre cuando decía "ya tendrás tiempo".

Mentira.

El tiempo es el recurso más escaso del que dispongo.

Creo que en eso consiste la crisis de los 35, cuando ves que se te escapan los segundos, los minutos, los meses...


Y me da miedo.

Me da miedo llegar a la tercera frase, a la ineludible verdad que nos acecha, y que tan sabiamente predijo mi amiga:
"... y cuando eres viejo, tienes tiempo y dinero, pero ya no tienes ganas."



Carpe diem, amigos, carpe diem.

martes, 7 de julio de 2009

Diccionario Daniel-español,español-Daniel Primera Parte

Daniel: personita de 6 años de quien he tenido el honor de llevar en mi vientre.

Chaparroneado-da: dícese del estado en el que quedan los cristales tras haber caído un chaparrón y por extesión cualquier objeto, persona o superficie cubierta de gotitas de agua.

Descascarear: acción de quitar la cárcara a un huevo

Elastificar: estirar una parte del cuerpo, sobre todo en referencia a los brazos, para alcanzar un objeto. ( Esta definición se incorpora tras visionar Los Cuatro Fantasticos )

lunes, 6 de julio de 2009

Superioridad masculina

Sábado noche. Entre copa y copa comentamos la noticia de que ya hay una gondolera en Venecia, profesión totalmente masculina hasta entonces.

Uno de los varones de la reunión comenta: "No sé qué queréis las mujeres, empeñadas en hacer de todo cuando está demostrado que los hombres son superiores: tenemos más fuerza física, conducimos mejor, tenemos más destreza manual, comprendemos y manejamos mejor los aparatos tecnológicos... ¡si hasta los mejores cocineros son hombres!".

Su mujer, lejos de enfadarse, le dice: "Creo que tienes razón y que las mujeres deberían no meterse en trabajos propios de hombre"

El chico comienza a hincharse como pavo y las demás féminas estamos a punto de empezar a protestar cuando su mujer toma de nuevo la palabra:

" A partir de mañana, como tienes más fuerza sacas TÚ la basura; como conduces mejor, llevas y traes TÚ a los niños de la escuela de verano; como tienes más destreza manual, planchas TÚ la ropa; pondrás TÚ la lavadora y el lavavajillas porque manejas mejor los aparatos tecnológicos y por supuesto puedes hacer TÚ la comida como los grandes cocineros..."



Los demás hombres afirmaron que eso de la superioridad masculina era un mito.

miércoles, 1 de julio de 2009

La mancha

Era una mancha pequeña, de color marrón rojizo, ese que hace florecer la onomatopeya gutural del asco, que imaginas frotada por un CSI en la escena de un crimen con un palillo de los oídos.

Al verla un poco más de cerca (pero pá qué miras?) las líneas de unas huellas dactilares hicieron protestar otra vez a mi garganta. (Ahora imaginaba al CSI presionándola con un plastiquito).

Cuando salí del servicio esperaba no tener que verla más pero, somos animales de costumbres y al volver a entrar en el baño al día siguiente (el de la izquierda) veo ante mis fascinados ojos la misma mancha. Ahora era un poco más parda y ya no daba tanto repelús. Extraño en un hotel de cuatro estrellas que la hayan pasado por alto...El tercer día sus bordes eran más difusos, el cuarto día estaba más seca, el quinto día empecé a buscar formas por si era una manifestación extraña como las caras de Bélmez, el sexto día pensé indignada en dar parte en recepción, pero sólo lo pensé... El séptimo y último día de mis vacaciones iba a entrar en el aseo cuando me lo impidió en carrito de la limpieza (este es tu final, bellaca) y me acerqué a ver su exterminio con una insana curiosidad. Allí , la señora de la limpieza embadurnaba las paredes del baño y la taza con un mejunge de olor extraño y frotaba con fruicción. Esperé impaciente a que terminara y entré en el cuartito con una no menos insana satisfacción..para descubrir que la mancha permanecía.

La muy canalla se reía de mí cuando, perpleja, descubrí cómo se había salvado: las limpiadoras entraban y fregaban dejando la puerta del aseo abierta... tras la cual ella se escondía.

Allí estábamos, ella y yo, ella había mirado la cara de cientos de mujeres en esa semana, se había exhibido sin pudor y yo podía oir sus carcajadas mientras saboreaba mi desengaño.

Salí, sin hacer uso del aseo, no le daría esa satisfacción y allí seguía el carrito de la limpieza mientras arreglaban el otro baño. Iba a avisar a la empleada, pero impulsivamente cogí el líquido que olía a gas inflamable y la rocié sin compasión. Recogí sus restos con papel higiénico y lancé por el inodoro. Ahora era ella la que me miraba perpleja mientras yo la veía desaparecer en espirales.

¿Qué hemos aprendido?
1. Que hay cosas que es mejor hacer tú mismo
2. Que las cosas que hay que hacer tú mismo, hay que hacerlas cuanto antes
3. Que tengo que dejar de darle personalidad a las cosas o voy a necesitar medicación.

Dejavú

Pongamos una chica torpe y desvalida de dudosa belleza de infancia difícil y gran espíritu de sacrificio y además virgen en el amor amén de algo tonta y un chico guapísimo y fuerte cual superhéroe distante y con un punto malvado (confesémoslo, nos gustan los chicos malos)

La chica no deja de meterse en lios del que acude pronto a rescatarla su particular protector que la ama y la teme sin dejar que se acerque a él. Al final un gran problema asola a la familia de ella y de rebote al galán, que la niña quiere resolver entregándose al malo-malísimo.

El guapísimo protagonista cuyo físico nos ha hecho suspirar, acude al rescate la salva a ella, a su familia y derrota al malo-malísimo que por cierto resulta ser un antiguo enemigo de su familia.

Desaparecen juntos, montados en un corcel blanco, cabalgando hacia el atardecer.

No recuerdo el título, era algo como "el amante fiel" (recuerdo que la palabra "amante" del título me decidió a comprarlo con quince años en un puesto de libros usados) en la portada aparecía una chica en brazos de un fornido hombretón con el pecho al desubierto y las pastas eran, por supuesto, de color rosa.

Esta semana he leído algo parecido, aunque mucho más aburrido y peor escrito que aquel folletín.
Han sido los 13 euros peor invertidos de toda la semana (incluyendo la revista de los lunnis para mi hijo) y no, no pienso leer las siguientes partes.
Y me he enterado que le han hecho hasta una película...