Sentí la brisa salada en los labios,
la luz rosada del sol tras los ojos cerrados
y decidí que viviría para adentro.
Ya nada me importaba de ese mundo que quedaba más allá de la frontera de mi piel.
Me contenté con oir mis propios latidos, el ritmo de mi respiración,
el movimiento sutil de mis músculos aunque intentaba estar quieta,
el pálpito de mis arterias al pasar la sangre a veces deprisa, a veces despacio,
el eco de mis propios oídos vacíos, el crujido imperceptible de mis huesos,
el gorgeo de mis fluidos, el calor en mi vientre,
el murmullo de mis pensamientos.
Encontré el rincón donde mora el alma.
Te ví.
Y supe que tenía que vivir para afuera
2 comentarios:
creo que a mí me está pasando o me ha pasado algo parecido con una persona de por aquí...pero no sé como terminará lo que no sé si ha empezado...un abrazo y gracias por leerme y comentarme. Hoy volví a la fisio y me dijo que me daría ejercicios y me ha dado unos estiramientos, que por cierto he olvidado hacer, así que haré antes de dormir. buenas noches!
leerte es un placer, y comentarte es lo menos que puedo hacer.
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