viernes, 22 de mayo de 2009

Un día cualquiera

Hoy ha sido un día laaaargo y pesado de esos en que piensas "no debería haberme levantado", no basta con todo lo que se hace en el trabajo (corriendo) sino que llegas a casa (corriendo) preparas comes y recoges (corriendo) para volver a salir (corriendo) y hacer algunos recados antes de que cierren las tiendas. Por las noches estoy haciendo la cena special QUE... sí comer lo QUE haya y si no hay que calentarlo, mejor. Por fín, tras dar la cena y acostar a los seres que tengo a mi cargo_ esto incluye: dos niños, un perro, cinco carpitas de colores, un ratón ruso y un marido_ la casa se queda para mí sola.
Entonces puede uno relajarse y... no, no es así, entonces hay que preparar comida para el día siguiente y adecentar la casa, por si a una trabajadora social desocupada le entrara ganas de venir a visitarnos y comprobar que vivimos en condiciones de salubridad.
Cuando al final se acaba el día, porque siempre acaban, obtengo mi recompensa:
meterme en la cama y buscar con mis pies los pies del marido, que siempre están calentitos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola! Me entra stress sólo de leer el post, jeje... pero no sé porqué me recuerdan mucho a los míos.

Saludos