miércoles, 26 de octubre de 2011

Absténganse los que tengan la moral baja, que hoy no es un buen día.

Carmen murió el lunes.
Su hija se pasó las noches del fin de semana junto a su cama, y los días también.
Sus nietas se turnaban para acompañar a su madre en tal trance.
Estaba tranquila, pero sujeta a la vida por un hilillo endeble.
_Yo ya no quiero morir_ Me decía el viernes mientras pedía que la bajaran al gimnasio_ Bájame, niña, que tengo que ponerme fuerte...
Y tuvo la fuerza suficiente para aguantar y despedirse de todos sus hijos y nietos, que vinieron de barcelona, y para rendirse y decir que apagaran ya la luz, que estaba cansada.
El velatorio estubo muy concurrido todo el día.

Josefa murió el miércoles. Hoy.
Silenciosa, tal como había pasado sus últimos meses.
Se avisó a la familia, tres veces, viven en el pueblo pero no llegaban.
En su cuarto nos juntamos las dos fisios, una enfermera, dos auxiliares, tres terapeutas y tres chicos en prácticas.
Nos turnamos por la tarde para que no estuviera sola, aunque no sabemos hasta dónde tuvo consciencia de nuestra presencia.
A las siete y media vimos pasar la camilla hasta el pequeño tanatorio del centro. (Desventajas de tener la sala de tratamiento en el sótano)
Nos acercamos a despedirnos, a apretar su diminuto pie (los muertos parecen tan pequeños...), a musitar una oración...
A las ocho, rozando mi hora de salida, llega la familia. Le doy el pésame. El sobrino pide verla.
En el pequeño cuarto refrigerado, Josefa reposa cubierta por una sábana.
Más de un año en el centro, más de tres días agonizando...y ahora quiere verla.
¿Sabes qué...?
Creo que puede esperar perfectamente que lleguen los de la funeraria y satisfagan su deseo.

9 comentarios:

Ligia dijo...

Para la muerte nunca es buen día, pero es inevitable. Me imagino que se verán muchas tristezas en un Centro. Abrazos

Elysa dijo...

Sé que estas cosas pasan, no me lo tienen que contar, también lo he visto, pero sigo sin entenderlo... no, me cuesta aceptarlo.

Besitos

Francisco dijo...

La vida es fugaz y la muerte es extensa; el reposo es eterno.
Comprendo la rabia y la impotencia, las he vivido muchas veces. Siempre es dificil de aceptar.

Saludos.

Camaleona dijo...

Cuando mi tía se rompió la cadera por segunda vez, mis hermanos y mi madre dijeron que debíamos llevarla a una residencia. Yo me resistía porque sentía que llevarla a la residencia era abandonarla a su suerte, y seguramente esos prejuicios los tengo por la forma de actuar de familias como la de Josefa.
Sin embargo, ahora que ha pasado más de un año, me doy cuenta de que es una de las mejores decisiones que mi tía nos ha dejado tomar (en esta vida no nos ha dejado decidir mucho por ella). Ella en su casa no estaba nada bien, pero nada de nada bien, y no quería venir a ninguna de nuestras casas porque siempre ha sido una mujer muy independiente, no quería depender de ninguno de sus sobrinos. En la residencia está bien atendida y cuidada. Gracias al trabajo de profesionales como tú, desde hace meses anda sólo con la ayuda de un bastón. Se relaciona con personas que sufren sus mismas penas y alegrías, tiene amigos y ya no está aislada y encerrada en sí misma lo que ha sentado de maravilla a su carácter. Come fenomenal y hasta ha engordado un poquito y ha recuperado el color en la cara. Todos los meses va a la peluquería y se hace las uñas (tiene unas manos preciosas que siempre ha cuidado un montón)
Yo creo que la residencia es un lugar estupendo para las personas mayores, que también tiene su lado malo porque continuamente se enfrentan a la muerte y la enfermedad de sus compañeros, y eso les enfrenta a una realidad demasiado cercana a ellos.
Pero, desde luego, que estén allí no quiere decir que tengan que estar abandonados.

Outsider dijo...

Yo me quejaba de mi curro... pero parece que en todos los trabajos tienen sus momentos de risa invertida.

barbaria dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.
La verdad es que dicen que te endureces, que te acostumbras...no te acostumbras.
Es imposible acostumbrarse a la dureza de algunos corazones, al abandono...
Gracias a Dios que esto no ocurre en la mayoría de los casos.

Anónimo dijo...

El poco tiempo que trabajé en la residencia, murieron muchos ancianos a los que apenas conocía...

barbaria dijo...

Es normal que mueran, muy normal, son muy mayores y algunos están muy enfermos. Viven en el filo de la navaja, cualquier desequilibrio (un resfriado, una pequeña infección) puede ponerles en grave estado.
Lo que no debería ser normal es que murieran solos, olvidados o abandonados.

barbaria dijo...

Me alegra verte de vuelta, un beso muy gordo DANYGIRL