El grandote y el peque discuten en la parte trasera del coche. No sigo muy bien la conversación pero no dejo de escuchar al peque preguntando "¿ Y por qué?".
El grande le explica con suma paciencia, contestando a seis o siete porqués mientras yo pienso en Santo Tomás de Aquino y sus vias para llegar a Dios...
Al final El hermano mayor resopla y pregunta indignado:" ¿Pero quién te crees que soy yo? ¿El Oráculo de la Sabiduría?"
Después de la ducha me peleo con el peque a la hora de vestirle. No, no es como vestir un muñeco, sobre todo cuando no deja de jugar con cada objeto del cuarto de baño. Mete un pie por el pernil del pantalón y el otro, como no, por el mismo pernil.
_ Jo! Si es que no miras.
_ Sí, mamá, estoy mirando..._ me dice mientras mueve sus pupilas por todo el cuarto, cual Marujita Díaz...
Cuatro de la mañana, un grito desgarrador seguido de un llanto quejoso. Corro al cuarto, el peque se agita en sueños inquieto. Se tapa, se destapa..."¿Qué te pasa, cariño? ¿Quieres agua?¿Quieres ir al baño?¿Te duele algo?" Frunce sus ojillos claros, parpadea, me mira y me dice en un suspiro "Es que estoy cansaooo"
...para no echar gota, oigan.
5 comentarios:
Yo, en el cuarto ¿y por qué? ya estría ataco de los nervios.
Besos desde este lejano planeta.
¡Madre mía! Porque cuesta mucho traerlos a este mundo, que si no es !"pa matarlos"
Y los por qué: paciencia, mucha paciencia...
Besitos
Sí, jupiter24, cualquiera se ataca de los nervios con ellos, sobre todo si te llevas con ellos todas las horas del día como tú haces.
Besos.
Jajaja Elysa, te doy toda la razón en lo de "pa matarlos" y en lo de la paciencia.
Mucha paciencia hay que tener, pero ¿y las anécdotas que surgen? Son un amor. Abrazos
Buenas anécdotas pero malas noches...jeje
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