La verdad es que asustada no, pero demoré el momento todo lo que pude.
Los preliminares nunca se me hicieron tan largos.
Primero fueron los niños, los preparé y les dí las instrucciones precisas para que no molestaran.
Luego, acomodé las cosas... el lugar sobre el que iba a tumbarme, todas las parafernalias necesarias...
Todo estaba listo, ya no tenía excusa..
Tomé el vestido por el borde inferior y lo saqué por la cabeza.
Ya está.
Ahora ya está.
Los afortunados veraneantes que comenzaron sus vacaciones hace días y que lucen sus moreneces en la playa tienen que ver mis blancas carnes de dominguera...
Ains, cuando sea grande quiero un piso un la playa o, en su defecto, una máquina de rayos uva.
5 comentarios:
Difícil decisión, ¡prueba superada! ahora a tomar color doradito.
Besos
Piensa que hay otros que ni siquiera han empezado. Disfruta. Abrazos
Peor es vivir a 50 metros de la playa y que no pare de llover. Te lo digo yo.
Besosss
Sí Elysa, Ligia, una vez superada la vergüenza inicial, la verdad es que es una gozada estar tumbada sintiendo cálidos rayos de sol, oler el mar, construir castillos, jugar con las olas...y aguantar el atasco para volver a casa al final del día.
Jo, Gaeron, eso sí que es mala suerte...
Jajaja, ¡todos los veranos hay una primera vez!
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