lunes, 7 de junio de 2010

La primavera la sangre altera o los peligros de enamorarse a los 90

Supongo que recuerdan a Juan.
Bueno pues parece que la rehabilitación ha dado más de sí de lo que pensábamos.
Desde que le dí el alta sigue bajando cada día al gimnasio para caminar y darse su masajito. Es un señor muy sociable y no hay dama que no presuma haber sido objeto de su atención durante al menos 10 minutos.
Pero esta señora, se la que no daré el nombre para respetar su intimidad, ha motivado un grado de atención..cómo lo diría....más...ardiente.
Fue verla y ser atraído por un imán.
Yo, que en este tiempo he desarrollado un sexto sentido par detectar movimientos extraños en mi terreno (yo lo llamo el sentido arácnido y es la causa por lo que el gimnasio sea la sala del centro en el que menos caídas hay a pesar de que el el sito dónde más gente camina) rápidamente giro mi cabeza para ver a la pareja hablándose al oído...a voces y es que a los noventa la sordera es un mal común y las conversaciones poco privadas.
A cada vueltecita que daban por la sala se cruzaban y se buscaban para hablarse un ratito. Juan parecía Fernando Alonso intentando sacar más redimiento de su Ferrari, no corría, volaba. La señora, esperaba modestamente a que él la alcanzara dejándose doblar por su impetuoso amigo.
La conversación empezó como todas: de dónde eres, estás casada o viuda, cuánto llevas aquí...secundadas por el ¿y tú? correspondiente. Me sorprendió la coquetería de él al quitarse, así como si nada, 16 años de un golpe porque ella le parecía más jóven (él tiene 96, ella sólo 90)

Al final ajustaron el ritmo y caminaban juntos. A mí se me desbocaba el corazón...porque cuando nos enamoramos todos hacemos locuras y la de ellos fue soltar el andador para darse la manita...y yo detrás de ellos, cual celestina, vigilando que las alas que les habían crecido en el corazón no acabaran drásticamente con las estadísticas de seguridad de mi territorio.

Ahora no sé que hacer, si dejar que sigan bajando para pasear bajo mi supervisión o mandarlos al patio a pelar la pava

7 comentarios:

X dijo...

Mandarlos al patio bajo tu supervisión jajajaja.

La Maga dijo...

Jajajajajajajajaja me encanta!!!^^. Adoro a la gente mayor que aún está llena de vida y mantiene el espíritu joven. Me los imagino hablando por el teléfono a voces, diciendo: CUELGA TÚ!!...QUÉ HAS DICHO?? AH, QUE CUELGUE YO, NO, CUELGA TÚ...JO QUE NO, MEJOR CUELGA TÚ... y así sucesivamente durante un cuarto de hora, eso sí, a grito pelao. XD

Una entrada entrañable, me ha hecho recordar a mis abuelos ^^

Besos guapa!!=)

Marisela. dijo...

ooooooins qué monos jajaja! yo vi algo parecido! si es que parece mentira que a esa edad estos señores sean capaces de encontrar amoorrrrr everywhere!
Un beso :)

Anónimo dijo...

jajaj que cachondo Juan...pues nada, déjalos que pelen la pava todo lo que quieran, que "la vida es corta"!!

barbaria dijo...

Si, ese Juan es un "pichabrava", ¡no se le escapa ni una!
X, te tomo la palabra, me voy al patio con ellos en lugar de quedarme en el gimnasio dando masajes, jajaja.

Nuria dijo...

jajaja, viva el amor!!! Qué suerte has tenido de ser testigo de su nacimiento, y nosotros de imaginar la escena gracias a ti. Hay corazones que jamás envejecen. Precioso. Un abrazo

yokopatri dijo...

jajaja! jolin, hace mucho que no me pasaba por tu blog, asi que tengo que leer todo lo que tengo atrasado... pues bien, he podido comprobar que cuando se supone que envejecemos, en realidad nos volvemos más jóvenes, lo sé porque esto es un claro ejemplo, y una amiga mía que también trabaja en una residencia con gente mayor, me cuenta que muchos se desinhiben y sacan un montón de cosas que igual de jóvenes tuvieron reprimidas, o no, el caso es que están suuper enamoradizos y tal...asi que a ver si les dura, y son felices, porque la unica diferencia entre un joven y un anciano, es la edad fisica, y esa si que no perdona...

un abrazo enorme...sigo leyendo...